Quitadle esas ropas sucias. A continuación dijo a Josué [el sumo sacerdote] : -Mira, te libro de tu pecado y te visto con traje de fiesta. (Zacarías 3:4)
Justo hoy domingo predico en mi iglesia sobre la parábola del padre que ama y perdona, más conocida como la del hijo pródigo. Cuando el muchacho regresa a la casa, antes de que pueda presentar sus excusas, es interrumpido por el padre quien ordena a sus criados que lo vistan con los mejores vestidos ¡Todo un signo de restauración desde su estado de perdición nuevamente al de hijo!
Y justo hoy me toca leer este pasaje de Zacarías donde no hace falta ser excesivamente docto en Biblia para ver un tremendo y maravilloso paralelismo. Josué, el sumo sacerdote, ve su pecado perdona y como signo de su restauración, de su nuevo estatus se le viste con un traje de fiesta. La suciedad, símbolo del pecado y de nuestra corrupción ha sido cambiada por limpieza y fiesta.
Y si no es difícil ver el paralelismo entre ambos pasajes bíblicos tampoco lo es el verlo entre los pasajes y la vida de todo auténtico seguidor de Jesús. Ambos textos, ambas historias, reflejan lo que éramos y lo que somos, nuestro paso de un estado de perdición y corrupción a otro de aceptación y perdón mediante la gracia del Padre que nos ama y perdona. Pablo lo expresó de otro modo, desvestidos del hombre viejo y vestidos del nuevo.
Siempre hay la posibilidad de volver para cambiar nuestra vieja ropa por un vestido de fiesta ¿Qué te impide hacerlo hoy si tienes la necesidad?